Islas Feroe: Los cazadores de ballenas

Visitamos las islas Feroe donde ,entre la tradición y la polémica, los nativos de las Feroe perpetúan la pesca de ballenas.

Desde hace siglos, la cita más importante en la vida de los habitantes de las islas Feroe es la llegada de las ballenas. Con la primavera, los enormes mamíferos se acercan a las costas y todo el pueblo se prepara para un día esperado durante todo el año.

Jakup Andre Mohr es profesor de autoescuela, pero tiene alma de cazador de ballenas, como la mayoría de los habitantes de las islas Feroe. Cuando llega el verano y las ballenas siguen sus rutas migratorias, se acercan a las islas en busca de alimento. Entonces las horas y los días pasan como una larga espera. “Pienso que la caza de la ballena es tan importante hoy como hace años. La situación aquí no es nada buena y hay mucho desempleo\» -explica- \»La gente aprecia mucho, muchísimo, la llegada de las ballenas. Además, este es un país muy pequeño y hay que importarlo todo, incluso la carne”. Jakup es el encargado de dirigir la expedición de caza de cada año.

Un pueblo pobre en recursos

Aislados y alejados del mundo, la llegada de las ballenas ha sido siempre como un maná que el mar ha traído a estas islas perdidas en medio del Atlántico Norte. En estas tierras agrestes y barridas por el viento, donde el 93 % de la superficie son pastos y sólo el 7% es fértil, las ovejas han sido siempre un complemento a la pesca y a las ballenas.

Las ovejas tienen el honor de haber dado nombre a estas islas, ya que Feroe quiere decir oveja. Cuando los primeros descubridores llegaron a ellas se encontraron con que una especie de oveja salvaje se les había adelantado, y aunque este tipo de oveja se extinguió el siglo pasado, la ganadería bovina se ha mantenido siempre como un recurso importante para estas islas desforestadas.

Las Feroe son una plataforma de 18 islas aisladas en el Atlántico Norte, en medio de las rutas migratorias de las ballenas piloto, y donde hasta la década de los setenta no llegaron los aviones. Las dificultades que han tenido que sufrir debido a su aislamiento y la necesidad de vivir durante siglos con sus propios recursos, ha hecho de los habitantes de estas islas un pueblo orgulloso de sus tradiciones.

Con lengua propia, un parlamento que data del año 1000 y unas condiciones de vida a menudo extremas, la caza de las ballenas piloto es algo que forma parte de su identidad y que nadie se permite cuestionar. Durante siglos la grasa de los cetáceos sustituyó las vitaminas que no les era posible obtener de los productos hortícolas y de las frutas.

Una zoóloga entre pescadores

Doreta es una de los 15.000 habitantes que viven en Torshavn, capital de las Feroe, de los 47.000 que hay desperdigados por todas las islas. Doreta es una zoóloga sueca que hace 25 años se quedó a vivir en estas islas. Comparte un interés común con los habitantes de las Feroe: las ballenas piloto. Sólo que aquí las cazan y ella las estudia.

Una zoóloga no podía haber encontrado un lugar mejor para su propósito. La caza que se practica en estas islas le permite seguir con precisión la evolución de esta especie y ampliar sus conocimientos sobre estos cetáceos. Se calcula que hay unos 800.000 en el Atlántico Norte y aunque su pesca está sometida a algunas resctricciones, se cree que, como especie, no sufren ningún peligro.

“Cuando llegué aquí sabía que la ballena piloto podía ser muy útil como objeto de estudio. Los zoólogos tenemos muy pocas oportunidades de poder examinar animales de ambos sexos, de todas las edades y en todas las fases sexuales; es una oportunidad que se presenta muy pocas veces. Por eso me dediqué a ello\», explica Doreta.

Los turistas del verano

Al otro lado de la isla, a pocos kilómetros de la capital, pero en un lugar aislado y tranquilo, Doreta se ha construido su refugio junto al mar. Una casa con el tejado tradicional, recubierto de hierba que cada año se tendrá que segar. Una casa cálida donde pasar los largos inviernos, pero también un observatorio natural ante una zona que es lugar de paso de todo tipo de animales marinos y de pájaros. Entre ellos, cómo no, las ballenas piloto son unos visitantes asiduos.

Numerosas manadas de ballenas piloto pasan durante la primavera y a principios de verano. Siguiendo su migración anual, vienen a alimentarse alrededor de las Feroe donde las aguas son menos profundas, más cálidas y ricas en nutrientes. A menudo se suelen ver algunos ejemplares en rincones de aguas tranquilas de los innumerables fiordos y estrechos canales que separan las islas. Algunas de ellas serán cazadas. Cazadas como se ha hecho durante mil años.

Hoy esta caza, motivo de polémica durante años y criticada por muchos, está sometida a una estricta regulación. La bióloga del Departamente de Zoología de las Feroe, Doreta Bloch, defiende esta postura: “Tenemos una regla según la cual hay un máximo de capturas, que es de 2.500 ballenas al año. Esto equivale a la mitad de la producción total agrícola de carne vacuna y de ovejas, y es una cuarta parte del consumo de carne de aquí. Tiene, por lo tanto, mayor importancia de la que se podría pensar, y fíjese que, además, es carne gratuita. Se han criado en esta tradición”.

El gran día

Ha llegado el momento esperado durante tanto tiempo. La gran cacería, un acontecimiento que renueva el ciclo de cada año, ha comenzado. Las ballenas ya están aquí. Un vigía ha dado la voz de alarma y el director del distrito el visto bueno. Las barcas salen al mar. El capitán, que ostenta este cargo durante cinco años, será el director de la cacería y encabezará la flota de barcas que saldrán en su busca.

La espera es tensa, pero al final hay una barca que las descubre e iza una bandera. Detrás de ella toda la flota toma posiciones. Comienza la carrera. Las piedras que se lanzan sirven para conducirlas hacia el destino deseado, las barcas las acorralan y las van empujando hacia la bahía. Esta operación puede durar varias horas. Las ballenas de atrás empujan a las de delante; el espíritu gregario de estos cetáceos hace que la manada se dirija agrupada hacia su dramático fin.

Para calcular el número de ejemplares que hay en la manada, sólo hay que multiplicar por 10 los que se ven en la superficie. No hace falta ser muy experto para saber que hoy la caza será buena.

Cuando se acercan a la playa las ballenas comienzan a embarrancar y tienen serios problemas para volver atrás, donde las barcas les cortan el paso. En la costa, la gente, avisada desde hace horas, espera impaciente. Las ballenas han vuelto tras el largo y frío invierno. Hoy los colegios han hecho fiesta.

La manada ha caído en la trampa que les ha tendido el hombre. Ahora, el tiempo pasa rápido e intensamente. A medida que cede el frenesí, el mar se tiñe de sangre y los cadáveres de las ballenas quedan varados en la orilla. El sacrificio se ha consumado. Toneladas de carne de ballena irán a parar a las despensas de los habitantes de la región.

La imagen del mar teñida de rojo y la matanza al aire libre, ante la vista de todo el mundo, es una imagen que a finales del siglo XX sigue golpeando la conciencia de los ciudadanos de otros países y de grupos conservacionistas de todo el mundo. Pero aquí, en las Feroe, esto es parte de su vida. Así, lo explica Jakup Andre Mohr, director de la cacería: \»El ciudadano europeo compra la carne congelada, en un trozo de plástico y la meten en el congelador. Pero naturalmente el animal, cuando lo matan, ha tenido que sangrar; lo que pasa es que esto no lo ven”.

Después de la cacería…

La matanza ya se ha acabado, pero no el trabajo. Ahora toca el traslado a los muelles donde se hará el recuento definitivo, se medirán los ejemplares, se pesarán y se repartirá la carne.

Los números romanos señalan la longitud; en este caso, un ejemplar de 7 metros. Doreta, la zoóloga, toma sus notas y medidas. También para ella tienen interés el peso de los ejemplares, la edad, el sexo y muchos otros datos. Pero las medidas que toman estas personas están destinadas a un reparto equitativo y proporcional de la carne entre todos los habitantes de la zona, siguiendo normas que vienen de muy antiguo.

Las actuaciones de Doreta servirán para ampliar sus investigaciones y conocer mejor a estos animales. La información recogida fielmente sobre las cacerías de ballenas desde 1.540 ha aportado muchas cosas sobre estos cetáceos y ha permitido confeccionar valiosas estadísticas. “Sabemos positivamente que esta periodicidad está relacionada con la temperatura de la superficie del mar, por lo menos hasta 1.920. Entonces sucedió algo y no sabemos que es\»– explica – \»En los períodos de máximas, las temperaturas eran más altas que en las zonas más bajas, y en estos períodos es cuando no habían ballenas. También sabemos que no habían aves marinas. Faltaban varias especies de aves y no había ni bacalao ni arenque, y sabemos que la gente pasaba hambre en aquellas épocas”.

Tradiciones muy arraigadas

Los habitantes de las Feroe se reparten todo el alimento que las ballenas les pueden reportar. Se aprovecha la carne, la parte seca y la grasa. El escritor Steinbjorn Jakobsen explica la importancia que la carne de las ballenas tiene para los nacidos en aquellos parajes: “Para todo el mundo en estas islas, no poder tener esto es una desgracia. Ahora no me queda mucha grasa, pero espero que si me falta, algún amigo me diga: yo tengo un poco, ya te daré. A veces se puede comprar, pero es muy difícil, y nos gusta hacerlo nosotros mismos. Esta es una buena grasa. Esto puede conservarse aquí durante varios años, dos, tres, cuatro, cinco,… varios\».

Jakobsen está tan orgulloso de su despensa como de los treinta libros que ha escrito. Durante años, las despensas han sido las verdaderas cámaras del tesoro de estas islas donde ganarse la vida no era nada fácil. Es uno de los escritores más prolíficos y conocidos en lengua feroense y es también un acérrimo defensor de las costumbres y de la cultura de su país.

Por eso critica aquellos que les denuncian: “Estas campañas son algo loco y desafortunado. Llevamos más de 1.000 años en esta isla. Nunca hemos matado gente y nunca hemos destruido animales. Hemos matado la ballena piloto, quizás por instinto y por necesidad. Tenemos buenas estadísticas acerca de las ballenas piloto desde 1.540. Nosotros amamos la ballena piloto, las necesitamos y todos los días damos gracias a Dios por habernosla dado\».

Para Jakobsen, la caza no atenta contra la especie de las ballenas y es una necesidad para los habitantes de las Feroe: \»Si la ballena piloto estuviese en peligro, yo sería la primera persona en decir que no se mataran las ballenas piloto, o por ejemplo, el frailecillo y otras especies de pájaros. Hay miles y miles de ellos, y no tenemos ninguna intención de destruirlos. Los hemos matado durante la temporada, pero sólo cazamos para comer”.

Otra especie extraña en las Feroe: los frailecillos

Nos dirigimos a los acantilados de la isla que hay frente a Torshavn. En sus paredes suelen anidar diversas especies de pájaros. Todas estas islas son importantes centros de nidificación para una multitud de aves marinas. Entre ellas están los frailecillos, una especie muy apreciada en estas islas.

“Los pájaros son muy buenos para comer. El frailecillo, por ejemplo, pero sólo nos lo comemos en Julio. Es la carne más sabrosa. No es parte de la dieta normal, es algo especial, de temporada. No podemos comer todo el que queremos, sólo comemos un poquito. Es una tradición. Un amigo me dio unos pocos, pero no podemos comer mucho. No es algo habitual”, recuerda Jakobsen.

Bergur Olsen vuelve a los acantilados de Skuvoy, una de las islas más pequeñas y bellas del archipiélago. Hace 25 años que trabaja en estas paredes realizando un exhaustivo censo de las poblaciones de aves marinas que viven en ellas. Este es un lugar ideal para un ornitólogo.

Olsen se conoce cada palmo de roca, así como las colonias de pájaros que las habitan. Entre ellos los frailecillos. \»La población de estos pájaros ha sido muy alta, pero ha entrado, igual que otras especies, en declive, por diversas causas medioambientales. Sin embargo, la reproducción de las crías no se ha visto afectada. En 1.990 hubieron muchas muertes entre las crías, pero después han vuelto a ser años normales\», comenta Olsen.

La pesca: el mejor sistema de subsistencia en las Feroe

Aparte de las tradiciones ancestrales, como la caza de las ballenas o de los frailecillos, el verdadero recurso de estas islas sigue siendo la pesca. Los problemas más graves de las Feroe de hoy en día, los encontramos en su entorno. El 97 % de sus exportaciones salen de aquí, del mar, prácticamente su único recurso.

En los últimos años, la especie reina ha sido el bacalao, un pescado más valioso que otros, pero también una especie con serios problemas, ya que se creía infinita y está retrocediendo en todos los mares. Por eso ya existen factorías de pescado donde se procesan miles de toneladas de bacalao cada año con destino a mercados de todo el mundo. Sin embargo, el 70% de la producción se vende a Europa.

Sam Jakup Olsen es supervisor en la planta de procesamiento de pescado. Es un joven con suerte, dispone de un buen trabajo, pero su caso es casi una excepción. La pesca y su industria derivada no son capaces, hoy, de soportar la demanda laboral del país, y el índice de paro se ha disparado hasta el 25%.

La dependencia total de la pesca marca la vida de las Feroe y los problemas del sector inciden de forma muy directa, e incluso brutal, en la vida de esta gente. El resultado es que las islas se despueblan de jóvenes, que buscan nuevos horizontes emigrando a Dinamarca, pero también a otros países, con lo cual, el perfil de la población se va haciendo cada vez mayor.

Sam Jalup Olsen reconoce que el ha tenido más suerte que sus compañeros: “Estoy muy contento de mi trabajo. Tuve suerte. Cada año en mi colegio se graduan 30 alumnos y apenas unos cinco encuentran un buen trabajo, como capataz o supervisor en la línea de producción, por ejemplo. Del resto, muchos de ellos se van al extranjero”.

También el puerto ha decaído. Hace diez años, en estos muelles, había mucha más vida. A parte de la propia flota, recalaban aquí barcos de banderas muy diferentes. Pero hoy, las restricciones en los caladeros han menguado su actividad.

La cooperativa que agrupa a 160 compañías pesqueras actúa como el verdadero centro económico de las islas. En los últimos años, ha tenido que añadir a sus problemas las campañas en contra de los productos de las islas Feroe, sobretodo en Inglaterra. El director de marketing de Faroe Seafood, Johannes Jensen, se queja de estas críticas: “Hay que recordar una cosa: no estamos vendiendo carne de ballena, ni exportándola, ni tampoco estamos matando ballenas con fines comerciales. Somos como cualquier empresa, como Mercedes, pero producimos pescado en las islas Feroe, y nosotros vendemos pescado y no ballenas”.

Buscando soluciones

Ante las críticias, los habitantes de las Feroe continuan manteniendo, por si acaso, sus rebaños de ovejas, esa otra pata segura de su economía familiar, en la que siempre se ha apoyado cuando no ha habido otra cosa.

Cuando llega el verano se recogen los rebaños y se esquilan. Los ciclos de la naturaleza se suceden y marcan los días de forma clara, y así también los animales colaboran a marcar el calendario. Las ovejas que dieron nombre a las islas, las ballenas que las han hecho tristemente famosas, o los pájaros que llegan a millares para anidar entre sus acantilados, son parte directa de la vida de la gente de las islas Feroe.